Volvemos con gran placer a esa lejana y pegajosa barra donde conocimos a Bunk. Sabemos que será la última vez, no queremos creerlo. La música country sigue bañando el local, cánticos y gritos nos llegan amortiguados. Fijémonos ahora en ese otro tipo. Tan o más borracho que su compañero. Gruñendo en voz baja. Parece otro más. Un rostro anónimo que olvidaremos cuando se levante en pos de dos muchachas a las que ya ha echado el ojo. Pero no lo es. Ni mucho menos. Pues jamás podremos olvidar al grandísimo McNulty.
Son impagables todos los momentos que hemos pasado a su lado. Todos. Los buenos y los malos. Sólo podemos agradecerle el habernos permitido ser su sombra. Nos detenemos, meditamos...
Nos recordamos siguiéndole una noche a la salida de un bar como éste, (quizá la noche en que le explicó a Bunk por qué le respetaba, la noche en que empezamos a vislumbrar qué gran tipo teníamos delante...), viéndole estrellarse contra la columna de un tunel al doblar una curva, y, tozudo como él solo, dar marcha atrás y volver a tomarla, para estrellarse de nuevo. Así es él. Así es este hombre. Capaz de obcecarse y darlo todo, más allá de lo exigible o incluso de lo razonable, por una causa que sólo le importa a él.
Cualquiera que le haya seguido como nosotros sabe lo que ha hecho. Sabe todo lo que ha sacrificado por su trabajo, lo que ha conseguido, aunque pocos o nadie se lo vaya a reconocer. Desde el día en que, gracias a él, se creó la Unidad de Delitos Mayores. Hasta el día en que, sumergido en una vorágine de mentiras, lejos de su mujer y sus hijos, cierra su último caso. Contemplando la ciudad de Baltimore, su ciudad. Estos cinco años no han sido en vano. Pues si Lester Freamon es el alma de The Wire, McNulty es el corazón.
Igual que algunos de sus compañeros (Bunk, Lester...) sería condecorado y mitificado en un mundo perfecto. Pero en lugar de eso, tras meter entre rejas a Avon Barksdale, le envían al único lugar al que no quería ir, por las reiteradas veces en que ha desobedecido a sus superiores. Guardacostas. Igual que le ocurrió a Lester años antes. La historia se repite. Al fin y al cabo, es su reflejo. Un gran policía incapaz de agachar la cabeza, y aceptar la cadena de mando, las absurdas normas que muchas veces van en contra del verdadero trabajo policial.
Jimmy se abre camino y consigue volver. Con tesón. Con una ilusión desmesurada por su trabajo, una ilusión que lo consume, que destroza su matrimonio, su vida. La historia de McNulty es la de un tipo con una vocación, con muchos defectos (alcoholismo, tendencia a lanzarse en los brazos de cualquier mujer que le reciba después de un par de copas...) pero con una única idea clara. Es un policía, es lo único que quiere ser, y lo será hasta sus últimas consecuencias. Hará lo que sea para llevar a cabo su trabajo. Lo que sea. Esto queda patente en la maravillosa última temporada, en el caso ficticio que crea junto a Lester para que les permitan investigar. El salto sin red de esta pareja ha sido el mejor punto final que podría haber tenido la serie.
Tantas cosas se podría decir de Jimmy NcNulty... La escena anterior por poner un pequeño ejemplo. Pero no diré más. Pues en el último capítulo, en la que posiblemente sería mi elección si tuviera que nombrar un solo momento de la serie, hubo un personaje que lo dijo todo. Un inmenso personaje. Jay Landsman. Cada vez que recuerdo su elegía me embarga la nostalgia, y si ésta se ha visto reflejada en mis palabras, en ésta u otras entradas, es porque todavía no he aceptado que jamás volveré a pasear por las calles de Baltimore junto a estos grandísimos tipos. No personajes. No seres artificiales creados por genios. Sino gente como McNulty, como Bubbles, como Lester, como Bunk... Grandísimas personas.
Así, dejemos que las palabras de Jay vuelvan a elevarse sobre los murmullos de las decenas de policías que abarrotan el local. Jimmy yace sobre la mesa de billar. Los ojos cerrados. Una sonrisa en su rostro. Jay los hace callar a todos. ¡Callad! ¡Me está viniendo la inspiración!
Oigámosle...
"Este hombre... era la oveja negra, el eterno paria. Jamás suplicó a sus jefes, y éstos nada le dieron. No aprendió ninguna lección... nunca reconoció sus errores. Era el irlandés más tozudo de las parroquias del oeste que alguna vez ha llevado una placa. No se doblegaba ante la autoridad. Hacía lo que quería, decía lo que le venía en gana, y al final, daba resultados. Era un policía nato. Y no digo eso sobre mucha gente, ni siquiera cuando están aquí de cuerpo presente. No lo diría si no fuera cierto.
Un policía nato... Sí. Pero, joder, ¡qué gilipollas! Y no estoy hablando de esa natural gilipollez que todos tenemos en cierta medida. Me refiero a que era algo desproporcionado, algo que ahogaba cualquier otra faceta de su personalidad. De cuyos confines, y cito a Shakespeare, ningún viajero ha vuelto jamás.
Para terminar, diré sólo que nos ha regalado trece años en el frente. No es suficiente para una pensión, pero sí para que hayamos podido ver, a pesar de su negligente acento irlandés, los múltiples defectos de su personalidad, y su inconstante sobriedad e incluso higiene, a un auténtico policía de Homicidios. Jimmy. Esto lo digo en serio. Si un buen día yaciera muerto en alguna esquina de Baltimore, me gustaría que fueras tú quien se encargara del caso. Porque, hermano, cuando estabas bien, eras el mejor. "
Son impagables todos los momentos que hemos pasado a su lado. Todos. Los buenos y los malos. Sólo podemos agradecerle el habernos permitido ser su sombra. Nos detenemos, meditamos...
Nos recordamos siguiéndole una noche a la salida de un bar como éste, (quizá la noche en que le explicó a Bunk por qué le respetaba, la noche en que empezamos a vislumbrar qué gran tipo teníamos delante...), viéndole estrellarse contra la columna de un tunel al doblar una curva, y, tozudo como él solo, dar marcha atrás y volver a tomarla, para estrellarse de nuevo. Así es él. Así es este hombre. Capaz de obcecarse y darlo todo, más allá de lo exigible o incluso de lo razonable, por una causa que sólo le importa a él.
Cualquiera que le haya seguido como nosotros sabe lo que ha hecho. Sabe todo lo que ha sacrificado por su trabajo, lo que ha conseguido, aunque pocos o nadie se lo vaya a reconocer. Desde el día en que, gracias a él, se creó la Unidad de Delitos Mayores. Hasta el día en que, sumergido en una vorágine de mentiras, lejos de su mujer y sus hijos, cierra su último caso. Contemplando la ciudad de Baltimore, su ciudad. Estos cinco años no han sido en vano. Pues si Lester Freamon es el alma de The Wire, McNulty es el corazón.
Igual que algunos de sus compañeros (Bunk, Lester...) sería condecorado y mitificado en un mundo perfecto. Pero en lugar de eso, tras meter entre rejas a Avon Barksdale, le envían al único lugar al que no quería ir, por las reiteradas veces en que ha desobedecido a sus superiores. Guardacostas. Igual que le ocurrió a Lester años antes. La historia se repite. Al fin y al cabo, es su reflejo. Un gran policía incapaz de agachar la cabeza, y aceptar la cadena de mando, las absurdas normas que muchas veces van en contra del verdadero trabajo policial.
Jimmy se abre camino y consigue volver. Con tesón. Con una ilusión desmesurada por su trabajo, una ilusión que lo consume, que destroza su matrimonio, su vida. La historia de McNulty es la de un tipo con una vocación, con muchos defectos (alcoholismo, tendencia a lanzarse en los brazos de cualquier mujer que le reciba después de un par de copas...) pero con una única idea clara. Es un policía, es lo único que quiere ser, y lo será hasta sus últimas consecuencias. Hará lo que sea para llevar a cabo su trabajo. Lo que sea. Esto queda patente en la maravillosa última temporada, en el caso ficticio que crea junto a Lester para que les permitan investigar. El salto sin red de esta pareja ha sido el mejor punto final que podría haber tenido la serie.
Tantas cosas se podría decir de Jimmy NcNulty... La escena anterior por poner un pequeño ejemplo. Pero no diré más. Pues en el último capítulo, en la que posiblemente sería mi elección si tuviera que nombrar un solo momento de la serie, hubo un personaje que lo dijo todo. Un inmenso personaje. Jay Landsman. Cada vez que recuerdo su elegía me embarga la nostalgia, y si ésta se ha visto reflejada en mis palabras, en ésta u otras entradas, es porque todavía no he aceptado que jamás volveré a pasear por las calles de Baltimore junto a estos grandísimos tipos. No personajes. No seres artificiales creados por genios. Sino gente como McNulty, como Bubbles, como Lester, como Bunk... Grandísimas personas.
Así, dejemos que las palabras de Jay vuelvan a elevarse sobre los murmullos de las decenas de policías que abarrotan el local. Jimmy yace sobre la mesa de billar. Los ojos cerrados. Una sonrisa en su rostro. Jay los hace callar a todos. ¡Callad! ¡Me está viniendo la inspiración!
Oigámosle...
"Este hombre... era la oveja negra, el eterno paria. Jamás suplicó a sus jefes, y éstos nada le dieron. No aprendió ninguna lección... nunca reconoció sus errores. Era el irlandés más tozudo de las parroquias del oeste que alguna vez ha llevado una placa. No se doblegaba ante la autoridad. Hacía lo que quería, decía lo que le venía en gana, y al final, daba resultados. Era un policía nato. Y no digo eso sobre mucha gente, ni siquiera cuando están aquí de cuerpo presente. No lo diría si no fuera cierto.
Un policía nato... Sí. Pero, joder, ¡qué gilipollas! Y no estoy hablando de esa natural gilipollez que todos tenemos en cierta medida. Me refiero a que era algo desproporcionado, algo que ahogaba cualquier otra faceta de su personalidad. De cuyos confines, y cito a Shakespeare, ningún viajero ha vuelto jamás.
Para terminar, diré sólo que nos ha regalado trece años en el frente. No es suficiente para una pensión, pero sí para que hayamos podido ver, a pesar de su negligente acento irlandés, los múltiples defectos de su personalidad, y su inconstante sobriedad e incluso higiene, a un auténtico policía de Homicidios. Jimmy. Esto lo digo en serio. Si un buen día yaciera muerto en alguna esquina de Baltimore, me gustaría que fueras tú quien se encargara del caso. Porque, hermano, cuando estabas bien, eras el mejor. "
Ese momento de Jay es tremendo y esa "despedida" la estuve esperando desde que salío la primera en el bar (no quiero spoilear a nadie)
ResponderEliminarEl final es magnífico, él fue el que lo lío todo y él lo cierra.
Jay subió muchísimos enteros para mí con esa despedida...
ResponderEliminarLa despedida es una de las escenas mejores de cualquier serie. Además, creo que la última tempora es una de las mejores vistas nunca en el mundo de las series. Sólo voy a hacer un par de apuntes de Jimmy (intentaré no spoilear, aunque va a ser difícil):
ResponderEliminar- Me parece un poco artificial el cambio que hace cuando se enamora de Beadie.
- La escena en la cual los agentes de la FBI le recitan el "profile" del "asesino" es un reflejo de lo que realmente es Jimmy: un hombre que sólo piensa en él, incluso a la hora de crear personajes. A parte, me reí mucho en ese momento.
Por último sólo decir:
"What the fuck did I do?"
La serie más emocionante de la historia Mcnulty es un genio, es verdad el comentario de arriba este policía lleno de defectos y con un caos de vida es el personaje más importante a pesar de que hay muchos y muy buenos personajes en la serie. Es curioso leí en otro post de otro blog que Mcnulty es un egoista y que es violento, no es verdad en la serie en contadas ocasiones usa la violencia y huye de ella cuando puede, en la 1 temporada se niega a ir a las redadas. Un tipo que va a contracorriente, pero lamentablemente autodestructivo, lo cual le hace protagonizar, algunas escenas de lo más ridiculas, impropias de un tipo tan inteligente, quién sabe que la depara la vida tras ese final, quizá ha aprendido la lección y deja de ser un perdedor, aunque el sabia lo que se jugaba.
ResponderEliminarUno de los mejores personajes que se hayan podido ver en pantalla, estoy de acuerdo con tu analisis, aunque es un buen final hay momentos mejores en la serie
ResponderEliminarSí, tienes razón en que hay momentos que pueden ser mejores, pero la carga emotiva de éste me pudo... xD
ResponderEliminarUn saludo, y te animo a leer las demás entradas sobre los personajes!
jimmy mcnulty,sin palabras...me encanta su puto personajE!
ResponderEliminarAyer se fue y ya lo estoy echando de menos. ¡Qué grande fuiste, McNulty!
ResponderEliminarPerdon por escribir de esta serie a estas alturas ,pero es que la acabo de descubrir tengo 1,2,3 y 5 pero la 4 temorada no se descarga la he encontrado en mejor torrent pero cero compis descargando y asi mas de 4 días seria alguien tan amable de decime alguna otra pagina de descarga donde si pudiese estar ? les estaría muy agradecida
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