Este rostro es probable que jamás lo veamos si patrullamos por Baltimore vigilando las esquinas donde la droga fluye sin control, en cualquier redada, e incluso es dudoso que algún detenido, en su apogeo de desesperación, pronuncie su nombre. Pero Stringer Bell controló Baltimore durante años, siempre a la sombra.
Es la peor pesadilla de cualquier policía, incluso de cualquier ciudadano. Es el peor tipo de criminal. Inteligente, culto. Estudiante de economía. Lector asiduo, calmado, reflexivo. Gusta (o conforta) imaginar que los traficantes son seres despreciables que se dejan llevar por impulsos primarios, que sacan la pistola a las primeras de cambio y pierden los nervios con facilidad, imponiéndose así a sus competidores por mera fuerza bruta. Pero no es cierto. Como en cualquier negocio (no olvidemos que el tráfico de drogas no es más que un negocio, al fin y al cabo), una mente fría y buen amueblada, y las ideas claras, son la clave para prosperar. Y Bell es el mejor ejemplo de ello.
Si conseguimos verlo alguna vez, casi siempre será en segundo plano. Casi siempre será una presencia imponente tras el hombre que vemos a la derecha en la siguiente fotografía. Avon Barksdale. El líder de la familia que mueve y distribuye la droga por Baltimore. Avon es el prototipo de gangster impulsivo, un hombre que acabaría muerto en cualquier esquina si no tuviera la inmensa suerte de contar con Stringer Bell a su lado. La inmensa suerte de que un hombre así le considere poco menos que su hermano. Bell le controla, Bell le calma y le ofrece perspectiva cuando su naturaleza está a punto de traicionarle.
Sin embargo, dos hombres tan distintos están abocados a un enfrentamiento inevitable. Pequeños detalles, decisiones. Distintas formas de pensar. Un pequeño vistazo a la forma de vestir de ambos lo deja claro. Uno (Stringer) es un hombre de negocios. El otro (Avon) es un hombre de la calle, con sus códigos, su necesidad de imponer la fuerza sobre sus rivales.
Compartir su terrorio con la competencia. Silenciar puntos débiles, por mucho que lleven el apellido Barksdale. Son cosas que Avon jamás haría. Pero un hombre de negocios tiene una visión más amplia. Piensa en las consecuencias. Y actúa.
Y eso le lleva a la cima. A mantenerse cuando los demás caen. A sentarse un buen día frente a Avon, separados por un cristal. Él fuera. Avon dentro. Es entonces cuando Stringer Bell inicia el camino que le conducirá hasta su verdadera meta. No controlar Baltimore. No ser rico (ya lo es). Sino ser respetable. Invertir. Salir de las esquinas y codearse con políticos, con gente de bien. Tener verdadero poder.
Pero es difícil (por no decir imposible) salir limpio una vez se han pisado las calles de Baltimore. Es díficil limpiarse las manos de toda la sangre que has derramado. Es difícil que gente como Avon comprenda ciertas decisiones. Y sobre todo, no hay futuro posible si estas dos personas se reunen para hablar de ti.
Grandes entradas sobre la mejor serie de la historia. Enhorabuena!
ResponderEliminarStringer es el amo,es genial como mueve los hilos ^^
ResponderEliminarLo es, sí. Pero se metió con quien no debía... xD
ResponderEliminarStringer fue uno de mis personajes favoritos, su final, aunque triste y tal vez merecido, fue uno de los momentos cumbre de la serie.
ResponderEliminarYo creo que a él le pasa como a Marlo cuando se ve obligado a dejar las calles. Stringer es un hombre respetado en su mundo, la gente lo ve como alguien extremadamente inteligente, pero cuando se codea con los corruptos del ayuntamiento, incluso cuando intenta ser legal en cierta forma, acaban por tomarle el pelo, porque no deja de estar descolocado fuera de su mundo.
Y como apunte, en la última temporada, el corruptísimo Clay David diciéndole a Freamon cómo timó a Stringer Bell... Y Lester y nosotros sonriendo porque somos de los pocos que sabemos quién fue en realidad este... lo grande que era
ResponderEliminarTambién hay otro momento en que McNulty se pregunta, al ver el tipo de lectura que tenía Stringer Bell (manuales de economía y demás): "¿A quién estábamos persiguiendo...?"
Jordi, cierto, el momento en que Davis dice "we bleed that motherfucker"... es enorme.
ResponderEliminarUn saludo, Fritz, espero que te haya gustado la entrada. Y bueno, el especial con todos los demás personajes está ahí para que cualquier nostálgico de The Wire pueda disfrutar con él :)
ResponderEliminarEste gran personaje es un poco como Michael Corleone del padrino, los dos eran jefes de mafias organizadas intentando abrirse paso aunque con metodos despiadados y criminales entre la maleza.
ResponderEliminarLa historia de traición es como en Erase una vez en América dos amigos que terminan por traicionarse el uno al otro
El mejor villano de la serie
ResponderEliminarEse paralelismo entre Stringer y Michael Corleone es muy lúcido: "Creía que estaba fuera y vuelven a meterme". La idea global de The Wire gira entorno a eso, a como el sistema, el funcionamiento del mecanismo en un lado de la trinchera y en el otro, apenas deja espacio para tomar decisiones personales importantes. Los políticos, jueces, abogados, policías o narcos son presas de un "modo de hacer" que los fagocita. Ninguno es libre, todos continúan en la rueda. Por eso no veo a McNulty como perdedor ya que, al final, logra salir de esa espiral y, como bien dice, el y el mendigo se "van a casa". McNulty, Lester y Bubbles representan la esperanza...y, el grandísimo Bunk, el aderezo de humor y cinismo necesario para convivir en el sistema o el juego (antagonista del sistema).
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog. Doy gracias a The Wire por descubrirlo.
Muy buenas reflexiones. La verdad es que con cada nuevo comentario que leo, mi admiración por The Wire aumenta...
ResponderEliminarUn saludo, y espero que disfrutes del resto de entradas!
Tan grosso es, que Calamaro lo convirtió en su alterego en Twitter
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