Recorremos la noche de Baltimore una vez más. Irrumpimos tambaleantes en el primer antro que se cruza en nuestro camino. Voces por doquier. Una harmónica de fondo. Humo denso a través del cual nos abrimos paso hasta la barra. Lentamente nos dejamos mecer por una voz de cadencia suave, nos volvemos y contemplamos por primera vez a Bunk.
Con su inseparable traje, la corbata algo suelta. Puro en una mano, whisky en la otra. Un extraño brillo en los ojos. Se inclina sobre la barra y charla con su compañero. Jimmy, le llama. Le escuchamos por encima del hombro. Murmuran incoherencias. Jalean de forma patética a una muchacha que baila entre (otros) borrachos a pocos metros. El tal Jimmy, un tipo blanco que quizá lleguemos a conocer algún día, se arrastra hacia un grupo de mujeres que le sonríen al verle llegar. Les muestra su placa. Bunk ríe desde la barra y se lleva el puro a la boca. Se vuelve hacia nosotros. Empieza a hablar. Nos dice que es detective. Homicidios. Y lo es. Lo es hasta la médula. Será un borracho, patético en ocasiones y lúcido y genial de vez en cuando. A estas horas se irá con cualquiera que le sonría, aunque su mujer y sus tres hijos le esperen en casa. Pero por encima de todas las cosas, Bunk es una de aquellas escasas personas que dignifican su profesión.
No es fácil ser policía en Baltimore. Ni allí ni en cualquier parte. Sobre todo si amas tu trabajo e intentas resolver casos luchando contra la la burocracia y la exigencia absurda de unas estadísticas que sólo significan algo para cuatro políticos que jamás han pisado la calle. Que a duras penas saben lo que es la ciudad. Que no entenderían jamás por qué o cómo consigues que un asesino despiadado, el rostro surcado por una inconfundible cicatriz, temido en todo Baltimore, te respete lo suficiente para reunirse contigo e incluso testificar. Que no entendería por qué le dejas libre. Por qué le respetas también tú. Sólo tú sabes que tenéis el mismo origen. Que estáis en bandos distintos por meros caprichos del destino.
El problema de Bunk es su forma de rebelarse. Es su gran tragedia, la fuente de sus frustraciones y la razón por la que me parece uno de los mayores héroes de The Wire. Una rebelión silenciosa, lenta, aceptando el sistema y utilizando sus armas. Lo vemos con claridad meridiana en el último año. En su investigación paralela al circo mediático que organiza su amigo Jimmy. Es la otra forma de hacer las cosas. Está la rápida, la explosiva. Fuegos artificiales. Un caso que ni siquiera se sostendría en un juicio. Y luego tenemos la investigación de Bunk. Más lenta, quizá. Menos emocionante. No aparecerá en primera página en ningún periódico. Pero es un ejemplo a seguir. Es el ejemplo a seguir.
Y para rematarlo, el tipo tiene un sentido del humor triste y resignado que te hace desear que esta noche de borrachera no se acabe nunca. Sentado a su lado en la barra, viendo a Jimmy marcharse con una de sus conquistas, nos quedamos acompañando a Bunk, con el que tan buenos momentos hemos pasado. En bares como este. En descampados o junto a vías del tren filosofando con la última cerveza de la noche. En escenas de crímenes ya olvidados. En el cubículo donde pasa los días esperando resolver algún caso. En tantos otros sitios. Bunk. Qúe gran tipo.
La de carcajadas que me ha arrancado Bunk! Seguramente sea también uno de los personajes más interesantes de toda esta trama, un tipo cachondo, pero que cuando llega el momento se convierte en la voz de la cordura, en el fondo, no solo es un buen policía, sino también una buena persona.
ResponderEliminarQue decir de este genio Bunk solo hay uno, por eso seguirá en la policia, no se lei por ahi que uno de los creadores fue detective de homicidios en Baltimore, debía ser un hacha como este, a alguien como Mcnulty no lo veo escribiendo un serial o una novela. Puede que no acierte y tenga que investigar más sobre The wire jajaaj
ResponderEliminarYou happy now, bitch?
ResponderEliminar