Una entrevista con un hombre de mundo, tal y como se define a sí mismo. La sintonizo demasiado tarde, no llego a escuchar su nombre. Quiero verlo como un Stencil, pero intuyo que su nombre es Profane.
Habla con calma, con conocimiento de causa, en sus palabras con marcado acento se filtra una serena sabiduría. Dice que ha visitado todas las ciudades de España excepto Valladolid. Debe haber escrito un libro. Debe estar promocionándolo. Me pregunto qué opinará de esta entrevista. Si le han obligado a acudir a la radio.
Habla de Irak. De ese país terrible. Habla de la situación antes de la guerra, la última guerra hasta la fecha. De que la primera Ingeniera Industrial del país se graduó en las mismas fechas que la primera española. Hoy las mujeres no pueden salir a la calle con el rostro descubierto. Ya no hay dictador, pero sigue habiendo dictadura. Presto atención. Qué quiere que hagamos. No sabemos. Vemos la guerra por la televisión. No es real. No son personas. Hay malos y buenos, y cuando ya no se pueden diferenciar, como ahora, se deja de hablar de ello.
Se olvida rápido. Se olvida que aquí, en las calles donde paseamos distraídos mirando las pantallas del Iphone o de la Blackberry de turno, sin levantar la cabeza, cayeron bombas y recogieron cuerpos ensangrentados. Pero el problema no es olvidar el pasado. Eso es sano, necesario a veces. El problema es olvidar lo que está pasando ahora mismo. Olvidar o tergiversar.
Nuestro Profane no ha sacado mucho de la entrevista. Su interlocutora no parece haber comprendido demasiado. Yo tampoco. Por eso he escrito esto.
Habla con calma, con conocimiento de causa, en sus palabras con marcado acento se filtra una serena sabiduría. Dice que ha visitado todas las ciudades de España excepto Valladolid. Debe haber escrito un libro. Debe estar promocionándolo. Me pregunto qué opinará de esta entrevista. Si le han obligado a acudir a la radio.
Habla de Irak. De ese país terrible. Habla de la situación antes de la guerra, la última guerra hasta la fecha. De que la primera Ingeniera Industrial del país se graduó en las mismas fechas que la primera española. Hoy las mujeres no pueden salir a la calle con el rostro descubierto. Ya no hay dictador, pero sigue habiendo dictadura. Presto atención. Qué quiere que hagamos. No sabemos. Vemos la guerra por la televisión. No es real. No son personas. Hay malos y buenos, y cuando ya no se pueden diferenciar, como ahora, se deja de hablar de ello.
Se olvida rápido. Se olvida que aquí, en las calles donde paseamos distraídos mirando las pantallas del Iphone o de la Blackberry de turno, sin levantar la cabeza, cayeron bombas y recogieron cuerpos ensangrentados. Pero el problema no es olvidar el pasado. Eso es sano, necesario a veces. El problema es olvidar lo que está pasando ahora mismo. Olvidar o tergiversar.
Nuestro Profane no ha sacado mucho de la entrevista. Su interlocutora no parece haber comprendido demasiado. Yo tampoco. Por eso he escrito esto.
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