Aferramos el volante con fuerza, luchamos por contener las lágrimas. Miramos por el retrovisor y le vemos corriendo, como cada mañana, le vemos siguiéndonos. Hasta que queda atrás. Le perdemos. Nosotros seguimos avanzando, ahora ya sollozando abiertamente, mientras la música nos envuelve. "Breathe Me". Giramos. ¿Hacia dónde? Qué más da...
Y entonces empiezan los seis minutos más emocionantes de la historia de la televisión. Seis minutos que veremos una y otra vez, siempre con una media sonrisa, siempre con un nudo en la garganta. Siempre deseando poder volver atrás. Pero eso es imposible, ya no sería lo mismo. Pues ése es el mensaje de la serie, ése es el mensaje de la vida misma. Todos morimos. Es algo inevitable. Lo negamos hasta el último instante, pero así es. Y sin embargo ahí quedan, para siempre, los momentos, las personas.
El coche avanza y nos desgarra saber lo que estamos dejando atrás. Pero siempre los llevaremos con nosotros. Siempre que oigamos los nombres de David, Nate, Claire, Ruth, Brenda, Keith, y tantos otros, desde la sonriente y adorable Maya hasta el perturbador y fascinante Billy, volveremos a esa casa donde el silencio campaba a sus anchas, donde las miradas, los gestos, la vida contenida, a punto de explotar, nos conquistó y nos convirtió en un miembro más de los Fisher.
Six Feet Under es fascinante a tantos niveles que sería absurdo empezar a explicar en este post de introducción el cúmulo de emociones que suscitan esas últimas notas, todavía frescas, así como las imágenes que vemos, y las que recordamos.
Las ideas que durante las cinco temporadas han ido germinando en la mente del espectador. Ideas sobre la vida. Sobre las relaciones. Sobre la familia. Sobre uno mismo. Sobre lo que se quiere hacer, lo que se hace en realidad, y lo poco que importan todas las cosas que nos impiden avanzar y ser felices.
¿Cómo enfocar el análisis de una serie así? Será duro, pues conviene ser más o menos objetivo, y ahora mismo soy incapaz al pensar en los dos personajes cuya evolución resume la serie, y que serán los primeros que trataré.
Estos son, no podía ser de otra manera, Claire y Nate. Ambos despiertan tantas emociones, preguntas, inspiran de tal forma que merecen una larga y detallada elegía. Y eso haré. Me levantaré respetuosamente en cada uno de sus funerales, y bajo la atenta mirada de los pocos o muchos rostros familiares que todavía queden, intentaré explicar quiénes eran estas dos personas.
Os espero.
Six Feet Under es fascinante a tantos niveles que sería absurdo empezar a explicar en este post de introducción el cúmulo de emociones que suscitan esas últimas notas, todavía frescas, así como las imágenes que vemos, y las que recordamos.
Las ideas que durante las cinco temporadas han ido germinando en la mente del espectador. Ideas sobre la vida. Sobre las relaciones. Sobre la familia. Sobre uno mismo. Sobre lo que se quiere hacer, lo que se hace en realidad, y lo poco que importan todas las cosas que nos impiden avanzar y ser felices.
¿Cómo enfocar el análisis de una serie así? Será duro, pues conviene ser más o menos objetivo, y ahora mismo soy incapaz al pensar en los dos personajes cuya evolución resume la serie, y que serán los primeros que trataré.
Estos son, no podía ser de otra manera, Claire y Nate. Ambos despiertan tantas emociones, preguntas, inspiran de tal forma que merecen una larga y detallada elegía. Y eso haré. Me levantaré respetuosamente en cada uno de sus funerales, y bajo la atenta mirada de los pocos o muchos rostros familiares que todavía queden, intentaré explicar quiénes eran estas dos personas.
Os espero.
Es una joya de serie. Te leo y me emociono, veo las imágenes y se me encoje el corazón, empieza a sonar Breathe me en mi cabeza y me cuesta contener las lágrimas. Estoy desendo leerte ;)
ResponderEliminarUna de mis series de cabecera. Un final mágico y a corazón abierto.
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