
La semana pasada llegó a su fin en Estados Unidos la irregular tercera temporada de Fringe, oscilando sin aparente control entre capítulos magistrales y otros (demasiados) simplemente olvidables. Hija bastarda de Lost y de Expediente X, nunca tendrá su repercusión, o su influencia en futuras series.
Sin embargo, me he visto obligado a escribir sobre ella al darme cuenta, después de ese último capítulo, extraño, decepcionante en algún momento y luego fascinante cuando menos te lo esperas, del gran mérito que tiene crear algo así. De lo necesario que es.
Fringe tiene muchísimas referencias, sí. Pero sus creadores las han utilizado para gestar un ser nuevo y maravilloso, que va tomando vida propia a medida que avanzan los capítulos. Y lo mejor de todo, no dejan de sorprendernos. Es todo lo que buscan. Sorprender y enganchar. Ser originales. Sacar trucos de la manga cuando menos lo esperamos. Lo que sea. Darnos mil detalles que analizar, o dar una vuelta sobre sí mismos y dejarnos descolocados. Igual que Lost, reniega de la perfección por querer ir más allá. Más allá de lo real. De lo lógico. De lo posible.

Muchos han renegado de esa serie por culpa de su final, cuando todos estábamos locos por ver el siguiente capítulo semana a semana. Porque no sabíamos qué iba a pasar. Porque podía pasar cualquier cosa. Y después de ver el último capítulo de Fringe, me quedé embobado. Recordando. Recordando esos lejanos días. Y agradeciendo que todavía haya una serie así.
Sin embargo, me he visto obligado a escribir sobre ella al darme cuenta, después de ese último capítulo, extraño, decepcionante en algún momento y luego fascinante cuando menos te lo esperas, del gran mérito que tiene crear algo así. De lo necesario que es.
Fringe tiene muchísimas referencias, sí. Pero sus creadores las han utilizado para gestar un ser nuevo y maravilloso, que va tomando vida propia a medida que avanzan los capítulos. Y lo mejor de todo, no dejan de sorprendernos. Es todo lo que buscan. Sorprender y enganchar. Ser originales. Sacar trucos de la manga cuando menos lo esperamos. Lo que sea. Darnos mil detalles que analizar, o dar una vuelta sobre sí mismos y dejarnos descolocados. Igual que Lost, reniega de la perfección por querer ir más allá. Más allá de lo real. De lo lógico. De lo posible.

Muchos han renegado de esa serie por culpa de su final, cuando todos estábamos locos por ver el siguiente capítulo semana a semana. Porque no sabíamos qué iba a pasar. Porque podía pasar cualquier cosa. Y después de ver el último capítulo de Fringe, me quedé embobado. Recordando. Recordando esos lejanos días. Y agradeciendo que todavía haya una serie así.
Y es que es muy difícil innovar. Innovar de verdad. Y analizando el recorrido de Fringe, su crecimiento, su madurez, y los grandes momentos que nos ha dejado, no puedo sino quitarme el sombrero. Esto no es The Wire, esto no es Six Feet Under, ni Los Soprano. No. Esto es creatividad en estado puro. Con todas sus imperfecciones. Una creatividad que se basa en la copia. Claro que sí, como debe ser. De Alias, de Lost, de Expediente X. De donde sea. De los cómics, de cualquier sitio.
Lo único importante, para mí, es que han creado una trama más que interesante y diría, desde mi ignorancia, tremendamente original (universos paralelos, la historia de Peter). Han desarrollado los personajes de Walter y sobre todo Olivia (genial el concepto de sus dos versiones) hasta extremos inimaginables hace tres años. Nos han regalado maravillas como White Tulip, o el season finale de la segunda temporada, increíble. Incluso se permiten un guiño tras otro con apariciones como las de Bubbles o Hurley.

Qué más queremos. Se han excedido, quizá, con la máquina de la tercera temporada. Es discutible. En realidad no me lo parece. Me parece que la serie necesitaba un crescendo, y eso ha tenido. ¿Tiene algún sentido el final? Claro que sí. Múltiples detalles nos hacen creerlo. Y esos observadores, al final, me dan toda la confianza.
Lo único importante, para mí, es que han creado una trama más que interesante y diría, desde mi ignorancia, tremendamente original (universos paralelos, la historia de Peter). Han desarrollado los personajes de Walter y sobre todo Olivia (genial el concepto de sus dos versiones) hasta extremos inimaginables hace tres años. Nos han regalado maravillas como White Tulip, o el season finale de la segunda temporada, increíble. Incluso se permiten un guiño tras otro con apariciones como las de Bubbles o Hurley.

Qué más queremos. Se han excedido, quizá, con la máquina de la tercera temporada. Es discutible. En realidad no me lo parece. Me parece que la serie necesitaba un crescendo, y eso ha tenido. ¿Tiene algún sentido el final? Claro que sí. Múltiples detalles nos hacen creerlo. Y esos observadores, al final, me dan toda la confianza.
Quizá peque del mismo optimismo que me hizo frustrarme con el final de Lost. Pero creo que no. Pues ahora he comprendido la grandeza de ambas series. Es tan simple como conseguir que pienses lo siguiente mientras lo ves:
Esto es absurdo o increíble. O quizá ambas. Pero quiero saber más. Necesito saber más.
Esto es absurdo o increíble. O quizá ambas. Pero quiero saber más. Necesito saber más.
Y por eso se merece mi pequeño homenaje.

Buena entrada. Me han entrado ganas de retomar la serie. Un saludo!
ResponderEliminarMe gustan mucho este tipo de series precisamente porque son impredecibles y muy imaginativas. Yo voy por el 3x08 y estoy encantadísimo. Ya me preocuparé luego de bajones y demás, de momento toca disfrutar, y vaya si lo hago.
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