Esta entrada es un homenaje en toda regla a los secundarios. Nada más y nada menos. Aprovechando los personajes de Carnivale, un serie donde las figuras menores que rodean a los protagonistas se hacen literalmente con la historia, romperé una lanza a favor de esta categoría tan infravalorada como esencial en toda obra que se precie.
Ellos son el factor diferencial de la mayoria de tramas. Los pequeños detalles, los destellos de realidad, de verdad. Los que no salvarán el mundo; bastante tienen con ir tirando. Son los que dan contexto a la historia, y con sus matices, dibujan el escenario en que batallarán los protagonistas.
Son la cara oculta, o la base. Samson, Rita Sue, Jonesy, Lila, Norman, Dolan... Ellos son Carnivale. Ellos son el reflejo de la época desesperada en que transcurre la acción. Almas errantes que se abren camino a través del polvoriento paisaje de una América sumida en la Gran Depresión.
A ellos los hubiera seguido sin dudarlo durante tantas temporadas como fuera necesario. Y por eso merecen este reconocimiento. Sólo hablaré de dos, por relevancia, pero todos ocupan un destacado lugar en mi memoria...
Para empezar disfrutaré con el gratísimo recuerdo de la gran Rita Sue (Cynthia Ettinger). Y es que un personaje como éste, en mi opinión, es una delicia para el espectador. Una mujer con mayúsculas. Fuerte, realista, capaz de cargar sobre sus hombros el peso de todos los que fingen tener importancia en la feria ambulante y de hacer lo necesario para mantenerlos a flote.
Salvando las distancias, le veo ciertos paralelismos con uno de mis personajes preferidos de una sublime serie: Joan, de Mad Men (curioso que no la haya mencionado aún, aunque hasta que vuelva creo que tengo tiempo de sobra...). Paralelismos que van mucho más allá de compartir un físico más que exhuberante...
En Carnivale, Rita Sue y su familia se encargan de la tarea menos agradecida, pero que genera más clientes (y por tanto, ingresos) para el circo. Y aunque estén vendiendo a sus propias hijas, es admirable la dignidad con la que se comportan. Una dignidad del que sabe que no le queda otra para sobrevivir, para tirar adelante.
Son el perfecto reflejo de la Gran Depresión. Una generación hastiada, golpeada, que avanza como puede, y la nueva, con sueños, esperanzas, deseos de marcharse y triunfar más allá del circo, que pronto se tendrá que enfrentar a la realidad.
Esta familia es mi parte preferida de Carnivale. Las miradas de Rita Sue al ver pasar junto a Jonesy, al verlo tontear con su hija... La forma en que el miserable Stumpy comercia con su familia.... Los sueños de Libby de triunfar en Hollywood, y el momento en que ya casi arrancando el coche, sabemos que jamás se irá... Y por supuesto, Babylon...
Pero no sería justo obviar a otro gran protagonista. Un grandísimo personaje. Un grandísimo actor cuya presencia fija inevitablemente nuestra atención en la pantalla. El gran Samson (Michael J.Anderson).
Al igual que con Rita Sue y su familia, la vida de Samson también podría sostener perfectamente una serie. Es el dueño del circo, un hombre que no ha conocido otra vida (o eso parece) que andar por las carreteras de Estados Unidos al frente del Carnivale.
Un líder al que hombres más fuertes y grandes que él siguen sin dudar (casi siempre). Un tipo con carisma, que se asoma con respeto a la parte más sobrenatural de su profesión, pero no olvida que sólo es posible mientras el espectáculo siga, mientras pueda dar de comer a todas las bocas que dependen de él.
Samson también protagoniza muchos de los mejores momentos de Carnivale. Aunque si me tuviera que quedar con uno sería con el siguiente, una muestra de la genial actuación de este pequeño gran actor. Después de acicalarse, listo para visitar a una prostituta en uno de los pueblos donde han parado, se vuelve un momento y se mira al espejo. Y pronuncia tres palabras. No se me borró la sonrisa durante el resto del capítulo.
You handsome devil!
Salvando las distancias, le veo ciertos paralelismos con uno de mis personajes preferidos de una sublime serie: Joan, de Mad Men (curioso que no la haya mencionado aún, aunque hasta que vuelva creo que tengo tiempo de sobra...). Paralelismos que van mucho más allá de compartir un físico más que exhuberante...
En Carnivale, Rita Sue y su familia se encargan de la tarea menos agradecida, pero que genera más clientes (y por tanto, ingresos) para el circo. Y aunque estén vendiendo a sus propias hijas, es admirable la dignidad con la que se comportan. Una dignidad del que sabe que no le queda otra para sobrevivir, para tirar adelante.
Son el perfecto reflejo de la Gran Depresión. Una generación hastiada, golpeada, que avanza como puede, y la nueva, con sueños, esperanzas, deseos de marcharse y triunfar más allá del circo, que pronto se tendrá que enfrentar a la realidad.
Esta familia es mi parte preferida de Carnivale. Las miradas de Rita Sue al ver pasar junto a Jonesy, al verlo tontear con su hija... La forma en que el miserable Stumpy comercia con su familia.... Los sueños de Libby de triunfar en Hollywood, y el momento en que ya casi arrancando el coche, sabemos que jamás se irá... Y por supuesto, Babylon...
Pero no sería justo obviar a otro gran protagonista. Un grandísimo personaje. Un grandísimo actor cuya presencia fija inevitablemente nuestra atención en la pantalla. El gran Samson (Michael J.Anderson).
Al igual que con Rita Sue y su familia, la vida de Samson también podría sostener perfectamente una serie. Es el dueño del circo, un hombre que no ha conocido otra vida (o eso parece) que andar por las carreteras de Estados Unidos al frente del Carnivale.
Un líder al que hombres más fuertes y grandes que él siguen sin dudar (casi siempre). Un tipo con carisma, que se asoma con respeto a la parte más sobrenatural de su profesión, pero no olvida que sólo es posible mientras el espectáculo siga, mientras pueda dar de comer a todas las bocas que dependen de él.
Samson también protagoniza muchos de los mejores momentos de Carnivale. Aunque si me tuviera que quedar con uno sería con el siguiente, una muestra de la genial actuación de este pequeño gran actor. Después de acicalarse, listo para visitar a una prostituta en uno de los pueblos donde han parado, se vuelve un momento y se mira al espejo. Y pronuncia tres palabras. No se me borró la sonrisa durante el resto del capítulo.
You handsome devil!
la estoy viendo, de momento no me termina de atrapar
ResponderEliminarGran serie. Lástima que no la continuaran.
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