Mientras devoraba las páginas de esta monumental obra (monumental en extensión y desde luego en ambición) no dejaba de pensar, sumido en un estado que podría oscilar entre el aturdimiento y la fascinación, que ha llegado un punto en este desatado siglo XXI, en que nos hemos insensibilizado por completo antes hechos que deberían ser intolerables . El poder del perro ( Don Winslow, 2005) es la historia de una obsesión. La obsesión de un agente de la DEA, Art Keller, por erradicar, si no el tráfico de droga (una tarea que, después de leer este libro, se antoja hilarante), al menos la cabeza visible. Y mediante la figura de Adán Barrera, el villano de una obra que mucho tiene de western , se materializa y toma forma un mundo difuso y lleno de grises donde policía y delincuentes se entremezclan en un México que lejos del lirismo que podría tener McCarthy, es seco, cruel, frontera y tumba, paraíso e infierno. En la primera escena, que nos golpea cuando todavía tantea...
I wish I could write you a melody so plain that would hold you dear lady from going insane...