Sencillez y sutileza, un canto a la vida , a lo absurdo que resulta desperdiciarla en guerras y conflictos pero a la vez un reconocimiento triste y delicioso a todos aquellos que luchan, mueren, y malgastan lo más preciado que existe para que el mundo avance. Un necesario homenaje a todas las infancias truncadas y a la valentía y al arrojo y a la ignorancia de los que al final conocemos como trágicos héroes. Una anciana blanca enfrentándose a sus últimos días en la Sudáfrica de los ochenta, aferrándose con uñas y dientes a cada momento fugaz, a cada instante de dolor como si fuera una joya de valor incalculable, atrapada en la soledad de su hogar mientras su país se desangra allí fuera. La lucha contra el apartheit impregnándolo todo. Niños soldados, generación perdida. Brutalidad policial. Miseria, pobreza, y la ridícula anestesia de los que, a pocos kilómetros, viven sus vidas en sus palacios de cristal. Toda la novela estructurada como una metafórica botel...
I wish I could write you a melody so plain that would hold you dear lady from going insane...