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Mostrando entradas de marzo, 2011

Californication. S04. Juicio nulo

El planteamento era prometedor. Los ingredientes para una temporada memorable se mostraban ya en el primer capítulo. Juicio a Hank Moody (algo así como un castigo divino por su mala vida) , y en paralelo, el rodaje de la adaptación de su último libro. Un rodaje que se vuelve más y más interesante al presentarnos a los que serán sus protagonistas. Pero ahí queda todo. En un planteamiento. Quizá es que Californication no es más que eso. Y así, no es el jucio de Hank el que acaba siendo nulo, sino la temporada . Perdida en demasiados frentes, todos de escaso o nulo interés, y ninguno desarrollado como se merecería. Tenían la base (una trama bastante más interesante que la de la tercera), tenían los personajes que ya nos han ganado (Hank, Runkle), pero no han podido/querido ir más allá. Pero, ¿en qué han fallado? Si ya nos tenían conquistados... ¿Por qué los mismos fans que defensaban la serie abogan ahora porque ésta haya sido su última temporada? Veamos...

El surrealismo de Six Feet Under

Cuando pienso en Six Feet Under, imagino un decidido equilibrista, avanzando sobre la cuerda sin posibilidad de error, con la única idea de seguir avanzando, sin pensar en lo que pasaría en caso de dar un paso en falso. Y es que esta serie camina sobre una línea muy fina. La línea de lo exagerado, la línea de lo absurdo, de lo ridículo. Camina sobre ella sin dudar en (casi) ningún momento. Y es eso lo que la hace única, mágica casi. Hipnótica siempre. Son esos pequeños fragmentos. Esas rupturas con la realidad. Esa inmersión hacia lo más profundo y oculto de la mente de los protagonistas lo que nos hace empatizar con ellos . De entre los muchos detalles de la serie, estos geniales, reveladores e incluso algunas veces inspiradores sueños, transforman una obra maestra en algo más. En algo tan delicado como inexplicable. Es lo más parecido a la magia que hay en televisión.

Elizabeth Taylor (1932-2011)

Día funesto para el cine este 23 de marzo. Otra estrella más que se apaga. Más lejos quedan los años dorados en los que Hollywood era una fábrica de sueños, en los que allí residían dioses. Estos dioses viven hoy un lento crepúsculo, y tan sólo aparecen ya ocasionalmente en noticias como ésta... Por suerte, siempre quedará su legado. Películas como "La gata sobre el tejado de zinc", "Gigante", "Quién teme a Virginia Woolf" o "Cleopatra" desfilarán por nuestras pantallas durante estos días. Así, dejará de importar quién fue, con quién o cuántas veces se casó. Entrará al fin en el Olimpo al que ya hace muchos años que pertenece.

Nathaniel Samuel Fisher Jr.

El hijo pródigo volviendo a casa. Así empieza Six Feet Under. Así conocemos a Nate, en el aeropuerto, volviendo a Los Ángeles para Nochebuena. Él ya ha recorrido el camino que su hermana Claire todavía ni se atreve a iniciar . Él ya se rebeló en su día. Escogió marcharse de casa y buscarse a sí mismo en otra parte, renegando del negocio familiar. Sin embargo, dos sucesos marcarán su vida desde el momento en que ponga los pies en su ciudad natal. Dos sucesos que lo cambiarán todo. Una muerte primero (su padre), y un nacimiento algo después (Maya) . Nate se ve arrastrado por una marea que le lleva por un camino que jamás habría elegido, pero que poco a poco va aceptando. Vamos viendo su evolución (el cambio de peinado a lo largo de las temporadas, perfecta metáfora) con cierta tristeza. Su inevitable madurez, la pérdida de una frescura que nos atrapó, que nos fascinaba. Veíamos su relación con Brenda, su resistencia a convertirse en su padre... hasta que ya no pudo más y se rindió.

Guerra y Paz

En este momento perdido me hallo en mitad del ejército ruso. Noche cerrada, acabo de salir de un consejo de guerra donde generales adormilados han repasado con desgana los detalles de la batalla que tendrá lugar mañana. Ya es tarde para cambiar nada, ya es tarde para nuevas ideas. Todo está decidido. Napoleón al otro bando, parece debilitado, parece que huye. Camino por el campamento. Medito. Recuerdo los salones de los esplendorosos palacios por los que he paseado hasta ahora. Las conversaciones banales y las intrigas, y luego las campañas que estoy soportando estoicamente. Aún no puedo valorar. Aún estoy abriéndome camino, con no poco esfuerzo, como el soldado de la escena, por el agotador camino que constituye este mastodonte que es "Guerra y Paz". No podía esperar a acabarlo para empezar a hablar de él. Era necesario hacerlo ya, aunque me queden casi tres cuartos por leer. Como ayuda. Como apoyo. Como motivación para seguir avanzando.

Claire Fisher

Crecer. Madurar. Luchar. Abrirse camino a través de la densa niebla que empaña el futuro, entre las voces familiares o anónimas que nos llaman, que nos guían sin preguntar, que nos mandan mensajes contradictorios. Abrir los ojos. Eso es crecer. Eso es madurar. Dar los primeros pasos, con miedo, con incertidumbre. Atreverse. No es fácil. Es doloroso. Y nadie puede acompañarte en ese viaje. Pero es una lucha necesaria , ya que rehuírla, dejarse llevar, aceptar con la cabeza gacha las absurdas imposiciones que llegan de todas partes, es la forma más cómoda y sencilla de alejarse para siempre de cualquier atisbo de felicidad. Y ésa es la lucha de Claire . La lucha para descubrir quién es. Quién quiere ser. Una lucha por afirmarse como persona. Una lucha sin fin, extenuante. Sin posibilidad de victoria la mayoría de las veces. Pero tras cada golpe recibido, cada vez que esta chiquilla pelirroja, perdida, asustada, se levanta y lo vuelve a intentar, vemos que ha valido la pena.

Six Feet Under. Análisis

Aferramos el volante con fuerza, luchamos por contener las lágrimas. Miramos por el retrovisor y le vemos corriendo, como cada mañana, le vemos siguiéndonos. Hasta que queda atrás. Le perdemos. Nosotros seguimos avanzando, ahora ya sollozando abiertamente, mientras la música nos envuelve. "Breathe Me". Giramos. ¿Hacia dónde? Qué más da... Y entonces empiezan los seis minutos más emocionantes de la historia de la televisión . Seis minutos que veremos una y otra vez, siempre con una media sonrisa, siempre con un nudo en la garganta. Siempre deseando poder volver atrás. Pero eso es imposible, ya no sería lo mismo. Pues ése es el mensaje de la serie, ése es el mensaje de la vida misma. Todos morimos. Es algo inevitable . Lo negamos hasta el último instante, pero así es. Y sin embargo ahí quedan, para siempre, los momentos, las personas.

La última actriz

La pareja entra en el cine rodeada de una muchedumbre que se mueve nerviosa, entre risas alborotadas y una charla incesante y animada. Comentarios sueltos aquí y allá sobre detalles de la película que van a ver. Recogen las gafas estereoscópicas que les reparten a la entrada, y ella se detiene un momento para estudiarlas. Son tan ligeras... Se ve reflejada en las lentes, un rostro avejentado, finas arrugas surcando unos ojos azules, límpidos. La piel desgastada. Un mohín de disgusto dibujándose en aquellas facciones antaño admiradas por todo el mundo. Entran en la sala en penumbras, apenas iluminada por algunos focos dispersos. Él guía la marcha, en busca de sus asientos. Ella todavía medita, taciturna. Se deja guiar. Arrastrando los pies. Aferrándose al brazo de su acompañante como si temiera derrumbarse. Él gruñe. Esquivan a los muchachos que corretean con las gafas puestas, riendo, incapaces de mantenerse quietos. Siempre es así últimamente. Alboroto. Movimiento. La v